jueves, 23 de septiembre de 2010

4.-EL BUENO, EL FEO Y EL MALO (IL BUONO, IL BRUTTO, IL CATTIVO)

DIRIGIDA POR: Sergio Leone
INTÉRPRETES: Clint Eastwood, Eli Wallach, Lee Van Cleef
AÑO: 1966/DURACIÓN: 161’/GÉNERO: Western

                            

    Cigarro, poncho y barba. Así se describe de la forma más breve posible al tiempo más duro de todos los tiempos: Eastwood, Clint Eastwood.

    Esta es la mejor película de la trilogía del spaghetti western de Leone, y una de las mejores películas del Oeste que se han hecho. Podría decir que incluso eclipsa a Films tales como “La diligencia” (1939), de John Ford, con un John Wayne en plena forma, o el desmitificador y épico clásico “Sin perdón” (1992), del mismo Clint Eastwood, quien ganó un Óscar por este sombrío western que ha dado mucho que hablar, pues desde entonces, nadie ha realizado un western mejor que éste. Pero querido lector/a, la vida como bien sabrá es una constante elección, (ya lo decía Ewan McGregor en “Trainspotting”), así que si tengo que elegir un par de westerns, son “Bailando con lobos” (1990), de Kevin Costner, y este picaresco y entretenido film, “El bueno, el feo y el malo”, donde el suspense reside en la yuxtaposición y la repetición rítmica de un rosario de rostros plano como las imágenes. La película se fundamenta en una doble herencia: la de los westerns anteriores de Leone (entrecruces de tres pistoleros solitarios en busca de un mismo botín) y la aportada por el guionista Luciano Vicenzoni. Sabia dosificación entre comedia y tragedia, entre el humor que da ritmo a los enfrentamientos de los personajes y la gravedad que Leone reserva aquí a las víctimas de la guerra. El largometraje, diligente en participar en la continuidad de sus westerns precedentes y perfeccionar su estilo, evidencia también el deseo de salir de ellos o, dicho de otro modo, de hacer vibrar al mundo más allá de los cotos cerrados que fueron, en las dos primeras obras, los poblados de Leone.

    Las grandes escenas de muchedumbre y batalla se alternan aquí con secuencias más intimistas. Sergio refuerza la vena picaresca de su cine e introduce, junto a los representados por Clint Eastwood (el bueno), Lee Van Cleef (el malo), un tercer personaje pintoresco, y Tuco (el feo), una especie de Sancho Panza marrullero y cautivador interpretado por Eli Wallach. Tuco, es una figura carnavalesca y a veces grotesca: escupe, jura y eructa como un personaje de feria. Sin embargo aporta consigo una humanidad nueva, e irradia el film con su presencia, es más carnal, menos hierático y está enriquecido con un pasado que le confiere una complejidad psicológica que nunca antes se había visto en ningún personaje de las películas de Leone. Por ejemplo hay una escena muy bonita, en la que Tuco encuentra a su hermano Paco (sacerdote en una misión española) en un monasterio. Y en medio de una sala repleta de estatuas deterioradas de santos, Paco reprocha a su hermano el haber abandonado a la familia para llevar una vida al margen de la ley, pero Tuco, que en ese momento se entera de que sus padres han fallecido hace años, le responde:”-¡Tú me hablas de nuestros padres, pero cuando tú entraste en el monasterio, yo me quedé sólo! ¡Decidiste hacerte sacerdote porque eres demasiado cobarde para hacer lo que yo hago!” Ofendido, Paco abofetea a Tuco y éste le responde con un puñetazo, le ayuda a levantarse y abandona la sala, sin oír a su hermano que le pide perdón.

    Eastwood regresa esta vez como retorcido cazador de recompensas, del cual se sigue desconociendo su nombre. Así como Van Cleef es apodado con el nombre de “Sentencia”, aquí al bueno le llaman “Rubio”. La película sigue a tres granujas que se identifican claramente con las tres categorías del título. Ya lo hace constar el director italiano al principio, en una presentación de los personajes que dura aproximadamente veinte minutos.”-El caso es…que cuando alguien me paga, siempre termino mi trabajo” dice Sentencia, que es el malo-malísimo con diferencia, un tipo amoral y oportunista. En fin, tres actores que pertenecen a tres mundos del cine: Wallach procede sobre todo de Kazan, Van Cleef ha sido actor secundario con Ford y Eastwood, no es todavía Eastwood, ya se hará conocer ya….Es curioso, porque a partir de “La muerte tenía un precio” (1965), Sergio Leone le pidió a su amigo Ennio Morricone que compusiera la banda sonora antes de la película, para así mientras rodaban, sonaba la música y los actores se adaptaban mejor. Aunque había alguna excepción como con Henry Fonda en “Hasta que llegó su hora” (1968), que se desconcentraba mucho al principio, pero luego ya se acabó acostumbrando y terminó por darle la razón al director transalpino. Éste tenía una forma muy peculiar y fresca de rodar, que luego fue imitada y parodiada en múltiples ocasiones. Por ejemplo, la última escena en la que los antagonistas se enzarzan en un duelo a tres bandas en un viejo cementerio. Este duelo final, es épico, porque vemos a los tres tipos preparándose lentamente para disputarse un botín de doscientos mil dólares, mientras la banda sonora hipnótica del compositor italiano, se intensifica con veloces cortes de cara a cara, captando cada par de ojos entornados y cada mano que busca la pistola. Primeros y primerísimos planos abundan en esta película tan cautivadora. Es la obra de un maestro que describe las reglas del western, para adaptarlas a una visión original que nunca antes se había visto en la gran pantalla. Ya lo hizo anteriormente con “Por un puñado de dólares” (1964), lo dejó claro con “La muerte tenía un precio” y con ésta ya fue la guinda, la culminación del poderío profesional que tenía Sergio Leone para rodar películas del Oeste. No fue el inventor del “spaghetti-western” como erróneamente mucha gente, pero sí quien consiguió que triunfara en el ámbito internacional. Tenía mucha personalidad y rodó algunas películas que tuvo enamorados tanto al público como a la crítica al mismo tiempo, y eso…no es nada fácil.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario