jueves, 23 de septiembre de 2010

12.-FRENESÍ (FRENZY)

DIRIGIDA POR: Alfred Hitchcock
INTÉRPRETES: Jon Finch, Alec McCowen, Barry Foster, Barbara Leigh-Hunt
AÑO: 1972/ DURACIÓN: 116’/GÉNERO: Suspense, terror

                                 

    Puede que no sea la mejor película del maestro del suspense, pero a mí es la que más me impresionó. Es la penúltima película del director británico, famoso por su dureza en los rodajes, su atracción por las mujeres rubias y sus constantes cameos en los films que dirige.

    El argumento es muy simple: Londres se ve acosada por un asesino en serie en la línea de Jack el Destripador y el personaje principal no se hace ningún favor, actuando de manera tan agresiva e impertinente que se convierte en el principal sospechoso.

    El amargado ex oficial de la RAF (Jon Finch) es un alcohólico que trabaja de camarero en un bar londinense y que gorronea dinero de su sensata ex esposa, Brenda (Barbara Leigh-Hunt). Ella, por una irónica jugada del destino, regenta una floreciente agencia matrimonial. En una de las escenas más espeluznantes y explícitas, Brenda recibe la visita del alegre vendedor de fruta, Bob Rusk (Barry Foster), cuyas necesidades, perversas aunque no manifiestas, se niega a satisfacer. Rusk se revela entonces como el célebre “asesino de la corbata”, violándola y estrangulándola con su corbata de cachemira.

    La película sigue por separado al héroe antisocial, desagradable y degradado (que un momento dado se ve obligado a dormir en un albergue para indigentes) y al encantador villano, atractivo y próspero, que pone a Blancy contra las cuerdas asesinando a su novia ocasional (Edith Massey), una alegre camarera.

    Gordo, calvo y poco agraciado, Hitchcock hizo de su perfil todo un símbolo del cine de suspense, género que dominó como nadie utilizando un estilo que fascinaba a todos los espectadores, aunque entre los actores tenía fama de ser un tipo bastante antipático y parco en palabras (como John Ford). Tenía un sentido del humor bastante macabro y les hacía de vez en cuando ciertas a bromas a sus actores, que para ellos más bien eran “putadas”. Eso sí, era persistente como nadie (como Stanley Kubrick), y en la perseverancia está el éxito. Puede que los actores acabasen el día desplomados después de hacer 97 tomas para una escena, pero… ¡menuda escena! Por ejemplo en la de la archiconocida escenita de la ducha en “Psicosis” (1960), demostró la importancia que tenía el montaje y lo engañosa que podía llegar a ser la imagen en movimiento. Para 45 segundos de metraje, rodó desde 70 emplazamientos distintos del decorado. En ninguno de los planos, el cuchillo llegaba a tocar ni siquiera el cuerpo de la víctima. Sin embargo, el resultado tuvo un impacto extraordinario. Millones de espectadores comenzaron a sentir cierta inquietud cuando se estaban duchando después de haber presenciado ese brutal asesinato. Este mago del cine, que dejaba huella con sus famosos cameos, siempre guardaba algún recurso en su chistera con el que mantener en vilo al público durante la proyección de sus largometrajes.

    Hitchcock construye una escena de suspense reclutando nuestras simpatías en el intento del asesino por ocultar su crimen yendo de acá para allá con un cadáver que viaja en un saco de patatas en la parte de atrás de su furgoneta, porque intenta recuperar la incriminatorias aguja de su corbata. También hay un punto cómico en el largometraje, cuando el inspector de policía, tiene que probar día a día las espantosas comidas de gourmet que le hace su mujer. Gran película.

                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario