jueves, 23 de septiembre de 2010

17.-MALAS CALLES (MEAN STREETS)

DIRIGIDA POR: Martin Scorsese
INTÉRPRETES: Harvey Keitel, Robert De Niro
AÑO: 1973/DURACIÓN: 107’/GÉNERO: Cine independiente, cine de gángsteres


                            


    “-Los pecados no se redimen en la iglesia. Se hace en las calles, se hace en casa. El resto es una mierda y yo lo sé.” Martin Scorsese

    Grandísima película de Scorsese que dio a conocer a dos titánicos actores como Robert De Niro y Harvey Keitel, y es fundamental verla para todo aquel al que le guste el cine de gángsteres.

    La acción de la película se desarrolla en el neoyorquino barrio de Little Italy durante las fiestas de San Gennaro. Tras los títulos de crédito, el film se abre con una bonita canción sementera y la presentación de los cuatro protagonistas (con sus respectivos nombres sobreimpresos en la pantalla. Todos ellos son amigos y figuras representativas de la vida urbana en el barrio; el primero de ellos, Tony (David Proval), es el propietario del bar donde se reúnen; el segundo, Michael (Richard Romanus), es un gángster de tres al cuarto que se dedica al contrabando; el tercero, Johnny Boy (Robert De Niro), es un joven rebelde e imprevisible, de carácter infantil e irreflexivo, que debe dinero a todo el mundo; y el cuarto, Charlie (Harvey Keitel), es el sobrino de un importante capo mafioso, que, gracias a este parentesco, goza de gran respeto y popularidad entre la gente. Pero, en realidad, Charlie es el eje articulador de todo el relato y una especie de alter ego del propio Scorsese en un sentido espiritual. Por eso, el cineasta centra la narración de los hechos desde la perspectiva de Charlie y nos lo presenta, por vez primera, rezando su penitencia en una iglesia.

    Hay dos personajes más, aparte de los ya mencionados, que son importantes para comprender la actitud del protagonista de la historia, y el desarrollo de los acontecimientos: se trata de Teresa (Amy Robinson) y Don Giovanni (Cesare Danova), respectivamente, la novia de Charlie y el tío al que antes se ha hecho alusión. Teresa es prima de Johnny Boy, hacia el cual Charlie siente la obligación de responsabilizarse aceptando este cometido como un acto de penitencia más auténtico que la oración. Teresa es una mujer débil, histérica y epiléptica, y Johnny Boy es un chico totalmente desequilibrado, que siempre anda metiéndose en líos. Por eso Don Giovanni le aconseja mantenerse lejos de ambos, para conservar su propia integridad, de la que tiene que hacer gala si desea, en el futuro, ser dueño de un restaurante que actualmente supervisa Giovanni. Pero la dificultad que tiene Charlie para mantenerse simultáneamente a los dos lados, supera su capacidad de sacrificio: le resulta imposible responsabilizarse de las deudas de juego de Johnny y hacer frente a su relación sentimental con Teresa sin comprometer su valioso porvenir como socio en los negocios de su tío. Su papel de intermediario entre Michael, un usurero de poca monta y Johnny por el asunto de los pagos se le revelará como la cruz más dura de sobrellevar de cuantas se ha impuesto. Incapaz de hacerse cargo de las culpas ajenas, Charlie verá fracasar ese propósito personalmente autoimpuesto a través del cual intenta alcanzar la redención de sus propias faltas.

    El excéntrico principio sobre el que Scorsese trata de asentar las bases de un catolicismo poco ortodoxo en la práctica resulta muy eficaz para retratar con brillantez un alma mortificada por el peso de las reglas de los bajos fondos. A estas alturas, el viejo Martin ya tiene más que demostrada su habilidad para combinar cualquier tipo de argumento con sus propias preocupaciones religiosas (hecho presente incluso en remakes como “El cabo del miedo”). No es de extrañar que “Malas calles” se convirtiera en una obra revolucionaria desde el momento de su estreno ya que su innovadora puesta en escena incluye desde largos planos (secuencias de cámara en mano muy difíciles de rodar), hasta un montaje de ritmo endiabladamente ágil, sin olvidar la originalísima superposición de la voz en off sobre las imágenes o la significativa utilización de temas musicales en la banda sonora. La improvisación de escenas también tuvo un importante lugar en la película: la conversación entre Charlie y Johnny Boy en el almacén del bar fue improvisada por Keitel y De Niro, así como algunos gestos de este último durante la famosa pelea en la sala de billar.

    Las dificultades a las que tiene que hacer frente todo cineasta joven introdujeron un elemento paradójico en la filmación de esta historia: por razones presupuestarias, una película que hablaba sobre la gente de Nueva York se acabó rodando, en su mayor parte, en Los Ángeles. Por lo visto, de los 27 días de rodaje, 21 tuvieron lugar en esta última ciudad (los correspondientes a los interiores y a algún exterior nocturno difícil de identificar), mientras que tan sólo 6 tuvieron a Nueva York como escenario. Afortunadamente, esos días fueron aprovechados para filmar los exteriores de la profesión y las fiestas de San Gennaro (totalmente tradicionales en Little Italy), gracias a lo cual, a penas se hace perceptible el cambio de ciudad al ver la película. Gracias a la ayuda económica de Coppola, Roger Corman y Jonathan Taplin (manager de Bob Dylan y de The Band), el rodaje se pudo llevar a cabo y la Warner se hizo cargo de la distribución de la cinta.

    La educación que recibió Martin en su juventud, ha sido un factor que ha dejado huella permanente en toda su obra desde sus orígenes. Por lo tanto, las obsesiones religiosas que, poco después, dieron lugar a historias de culpabilidad moral y redención tan populares como “Taxi driver” (1976) o “Toro salvaje” (1980), no podían dejar de estar presentes también en “Malas calles”.

    Buenísima película que, no ha hecho más que consolidarse, con el paso de los años, como una de las obras cumbres de la filmografía de Scorsese a la vez que tuvo la suerte de contar con un magnífico reparto, encabezado por unos jovencísimos Keitel y De Niro absolutamente brillantes en sus respectivos papeles. “Malas calles” es un exquisito, brillante y salvaje retrato hiperrealista que hermana dos conceptos tan importantes como el cine negro, tan genuinamente americano, y el neorrealismo italiano, por lo que se convirtió en un film de culto.







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