viernes, 24 de septiembre de 2010

23.-ROCKY

DIRIGIDA POR: John G. Advilsen
INTÉRPRETES: Sylvester Stallone, Talia Shire, Burt Young, Carl Weathers, Burgess Meredith
AÑO: 1976/DURACIÓN: 119’/GÉNERO: Película de boxeo, drama

                      


    “-Si tiras la toalla, te mato”

    Es frecuente que se pase por alto la película por sensiblera, especialmente teniendo en cuenta la carrera posterior de Stallone, pero “Rocky” muestra con detalle y cariño la vida de la clase obrera de raza blanca. Rocky, Paulie, Adrian y Mickey, trabajan respectivamente de cobrador de deudas, empleado de una empresa de productos cárnicos, dependienta de una tienda de animales domésticos y propietario de un gimnasio; la única forma de ascender socialmente que tiene cada uno de ellos, son los deseos y los sueños. Y a Rocky se le brinda la merecida oportunidad de medirse contra el campeón de los pesos medios de boxeo, Apollo Creed.

    Filadelfia, diciembre de 1975. Hace un frío siberiano y suena el despertador. Son las cuatro de la mañana. Se levanta Rocky (Sylvester Stallone) como buenamente puede y rompe contra el vaso unos cuantos huevos para bebérselos “a palo seco”, ése es su desayuno. La ciudad aún duerme, y está iluminada por una tenue luz eléctrica. El repartidor de los periódicos, es el único que con su furgoneta, rompe el silencio de la zona financiera. Tras él aparece Rocky, un tipo corpulento, con cara de pocos amigos. Corre por la ciudad, su aliento flota blanco en el aire. Va vestido con un chándal gris con capucha, (lo tengo yo también) y unas zapatillas Converse muy desgastadas, (también las poseo). Tiene todo el aspecto de ser de los bajos fondos. Nuestro protagonista es un pobre boxeador fracasado de treinta años, que como no puede vivir del boxeo, trabaja para un prestamista de poca monta, un mafioso de medio pelo. Pero él es demasiado bondadoso para hacer de matón, ya que no se atreve a romperle un dedo a un moroso. Rocky Balboa anda detrás de una muchacha de treinta años también, extremadamente tímida y poco agraciada, Adrian (Talia Shire), que es la hermana de su amigo Paulie (Burt Young), un carnicero bruto y casi alcohólico. Rocky es citado por los representantes del campeón de boxeo, Apollo Creed, (Carl Weathers*) un avispado y prepotente campeón mundial de los pesos medios. Y una vez allí en el despacho, cuando él cree que va a hacer de sparring para Apollo, le dicen la noticia de su vida, si estaría dispuesto a pelear contra el número uno del boxeo. En realidad no es más que un combate de exhibición amañado, organizado con ocasión de la conmemoración del Segundo Centenario de la Nación, un espectáculo a favor del campeón, (o eso es lo que parece en un principio…) El mensaje es inequívoco: en América, el país de las oportunidades, un campeón afro-americano de boxeo concede la mayor oportunidad de su vida al descendiente de los descubridores de América. Lo que Apollo ignora es que Rocky se toma el combate más en serio de lo que a él le gustaría. Rocky “aguanta lo que le echen”, y cree que si no puede “tumbar” al campeón, él tampoco le “tumbará” a él, aguantará los quince asaltos en pie, y así fue. “-No habrá revancha” balbucea al final un Apollo agotado, a lo que contesta “el potro italiano” que no la necesita. Y con los ojos hinchados como globos y llenos de sangre, grita el nombre de su amor:-“¡Adrián!” Ella se abre paso entre la multitud y besa apasionadamente al sudoroso perdedor, pero que en el fondo es casi tan campeón como Apollo, ya que nadie apostaba un duro por él, nadie se imaginaba que un boxeador de tercera, le aguantaría nada más y nada menos que quince asaltos.
*Carl Weathers, colaboraría con Sylvester Stallone, en la segunda, tercera y cuarta parte de la saga de “Rocky”. Aunque protagonizaría en 1988 “Acción Jackson” junto con una desconocida Sharon Stone, es en “Depredador” (1987), de John McTiernan, donde pretende “hacer un poco de sombra” (muscularmente hablando) a Schwarzenegger y se queda sin brazo.

    Acompañada por los trompetazos y la percusión de la partitura de Bill Conti, esta película es un drama inmensamente entretenido sobre la lucha por encontrar satisfacción en un mundo indiferente. Importantes en “Rocky”, son los valores del honor y el coraje, pero sobre todo el del sacrificio. (Como todo buen culturista dice, “sin sacrifico, no hay beneficio”, algo así como “no pain, no gain”). Este largometraje iba a quedar clasificado en un principio como film de serie B, con un coste de producción de un millón de dólares. Y contra todo pronóstico, dio la sorpresa y en Hollywood “triunfó como la coca-cola”. La mayor parte de la culpa, fue de Sylvester Stallone*, que fue el guionista y creyó firmemente en la historia de un hombre insignificante que alcanza la gloria. “Sly” (para los amigos), se empeñó en protagonizarla él mismo, a pesar de ser desconocido, pues venía de haber hecho una breve aparición en “Bananas” (1971) de Woody Allen, un papelillo en un film de alto contenido erótico y poco más. Él concibió un personaje hecho a su medida, por eso no quiso que lo interpretasen Paul Newman o Burt Reynolds, como quería la productora. La verdad es que cuesta imaginárselos como Rocky. Sylvester tenía razón, este papel, “le va como anillo al dedo”. Así que renunció a cualquier sueldo y se reservó una participación en los beneficios del diez por ciento. Fue un éxito rotundo, y obtuvo tres Óscar: mejor película, director y montaje. Stallone y el director novel John G. Advilsen, subieron como la espuma y se situaron de pronto en la cumbre. Y es que ya lo decía el mismo Burt Young haciendo de mafioso siete años después en “Érase una vez en América” (la película por excelencia del sueño americano): “-a veces la realidad está como una puta cabra”. Hablando de actores, el que también está fantástico, es Burgess Meredith, en el papel de Mickey, un duro entrenador “chapado a la antigua”, que al principio le grita a Rocky delante de todo el gimnasio, que tenía madera de ser un gran boxeador, pero decidió hacer de matón, trabajando para un prestamista de tres al cuarto. En cambio, en cuanto se entera de la noticia de que “el potro italiano” va a enfrentarse al campeón Apollo Creed, se vuelca con él y le somete a un exhaustivo entrenamiento que no olvidará jamás, y que ha sido imitado y parodiado hasta la saciedad.
*Sylvester Gardenzio Stallone nació y todo se torció. Un defecto congénito le desfiguró levemente el rostro. Nació con una parálisis bucal, que bueno, “no hay mal que por bien no venga”, ya que esto le añade un atractivo especial a su perfil en este film y sobre todo en la cantidad de películas de acción que ha interpretado. En el colegio se burlaban de él, porque era delgado y remilgado como una chica (¿quién lo diría?). Durante mucho tiempo, el hijo de un peluquero italiano de uno de los barrios pobres de Filadelfia, fue simplemente un americano marginal. Pizzero, acomodador de cine, actor secundario en películas de tercera clase, un papel en un filme prácticamente pornográfico….Pero escribió el guión de “Rocky”, y creo que eso fue lo que le permitió reflejar la frustración de su alma. El físico ya lo tenía, estaba perfectamente entrenado y su cuerpo resistía la exhibición. “Rocky” fue su película, su carrera, su vida. Y luego vino “Rambo” (1982), “Yo, el halcón” (1986), “Tango y Cash” (1989) y un montón de películas para los tipos más duros. El caso es que gracias a su físico, fue junto con su amigo Arnold Schwarzenegger, el héroe de acción de los ochenta, una década de muchos excesos en cuanto a tiros, sangre y todo lo que tenga que ver con la acción. A finales de esta década, se unieron al dúo Jean Claude Van Damme y Bruce Willis, empezando con “Cyborg” (1989) y “Jungla de cristal” (1988) respectivamente. Lo cierto es que a “Sly” se le ha subestimado en más de una ocasión, con el falso dicho de: “sobrado de músculos y corto de entendederas”. Bien pues tiene un coeficiente intelectual de 141, colecciona arte moderno e incluso pinta cuadros. Que nadie confunda la ficción con la realidad, pues nada tiene que ver tener un físico sobresaliente y a la vez ser un membrillo mentalmente. Hay casos sí, como el de algún patético actor belga…pero no es el caso de Stallone o Schwarzenegger.

    Tal fue el éxito de “Rocky”, que volvió a subir cinco veces más al cuadrilátero cinematográfico. Pero ninguna de ellas superó a la primera. La última, “Rocky Balboa” (2006), dirigida por él mismo, contaba ya con sesenta años, y aún así, se le ve enorme. Eso sí, con una cara ya muy castigada, debido a ciertas sustancias dopantes que empezó a tomar con “Rocky III” (1983). Sí, “hizo trampas”, se dopó, pero… ¿quién no lo sabe a estas alturas?, ¿para qué nos vamos a engañar?, un montón de estrellas del cine de acción lo han hecho y lo siguen y seguirán haciendo, no voy a dar nombres porque es lo de menos, pero no lo hacen sólo porque lo requiera el papel, sino porque deben de dar credibilidad al héroe que han de encarnar. ¿Alguién se imagina a un Conan enclenque?, o ¿un Terminator o Rambo tirillas…? Vamos, seamos realistas, ¿quién iba a interpretar a Conan sino hubiese sido Arnie? Si tuvo que hacer todas las escenas arriesgadas porque no tenía dobles que le suplieran. ¿Lou Ferrigño? Estaba ocupado con la serie de “Hulk”, y jamás llegó a tener la musculatura de Arnold. Por eso siempre, para ciertos papeles, la imagen es muy importante y como todo cuerpo natural tiene un límite, “hay que tirar de jeringuillas” para inyectarse esteroides anabolizantes, que al fin y al cabo es droga. Yo personalmente no lo apruebo, pero si quieres ser un monstruo de la masa muscular (que es lo que la gente quiere ver, porque llama la atención e impresiona mucho), no queda otro remedio. En fin, a lo que íbamos: Rocky, “el semental italiano” de los barrios pobres de Filadelfia, terminó convirtiéndose en un personaje de culto. Así que toca ponerse el tema principal de la película, “Gonna Fly Now” y correr o hacer pesas como un animal.







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