sábado, 25 de septiembre de 2010

63.-BAILANDO CON LOBOS (DANCES WITH WOLVES)

DIRIGIDA POR: Kevin Costner
INTÉRPRETES: Kevin Costner, Mary McDonnell, Graham Greene, Rodney A. Grant
AÑO: 1990/ DURACIÓN: 180’/GÉNERO: Western

                           


    “Durante la noche mientras ellos celebraban la caza, no sabía muy bien donde meterme, no se si lo entendieron, pero no podía dormir entre ellos. Nadie dijo nada, no había culpa. Sólo el desconcierto de un pueblo, incapaz de predecir el futuro.”

    En la larga historia del western, sólo ha habido un par de Óscar, el que consiguió Wesley Ruggle con la película “Cimarrón” (1931) y el que consiguió Clint Eastwood con “Sin perdón” (1992). La romántica visión de Costner del mundo aún intacto de los indios gustó tanto al público, a pesar de su larga duración, que obtuvo doce candidaturas a los Óscar y recibió finalmente siete premios de la Academia: mejor película, “  director, “ guión adaptado, “ fotografía, “ montaje, “ banda sonora y “ sonido.

    Año 1863, campo de St. David, Tennesee: desde hace días, un regimiento de soldados de la Unión intenta sin éxito abrir una brecha en la línea de los confederados. Esta situación de punto muerto militar llega a su fin gracias a la intervención suicida del teniente John W. Dunbar (Kevin Costner). Muy mal herido y temiendo perder una pierna, Dunbar decide que quiere morir y, con los brazos abiertos como un crucificado, cabalga al galope hacia las líneas enemigas para abrazar una muerte segura.

    “Bailando con lobos” (el magnífico debut como director de Kevin Costner), es la historia de lo que le sucede a un hombre tras un intento fracasado de suicidio. El resultado es una versión romántica de un western con tintes clásicos. Gracias a su acción heroica, Dunbar puede elegir su próximo destino: quiere conocer el salvaje Oeste antes de que desaparezca, así que elige ir a Fort Hays, un destacamento al margen de la civilización. Cuando llega a su destino, se encuentra con una sorpresa: el lugar está abandonado y el agua ha sido envenenada. Va pasando el tiempo y el protagonista empieza a desesperarse de la soledad, pero un lobo le visita cada día y poco a poco se va ganado su confianza, aunque esto no es nada comparado con lo que se avecina, ya que tras varias semanas de ausencia en el fuerte, se dará cuenta de que no está sólo en el paisaje de praderas infinitas ya que recibe un par de visitas inesperadas por parte de los indios Sioux que habitan el lugar. Desarmado, ingenuo y sin prejuicios, Dunbar se propone conocer poco a poco a los nativos, que por supuesto no son como había oído decir, ni hostiles, ni pordioseros, ni nada de eso.

    Primero hace amistad con el chamán “Pájaro guía” (Graham Greene), luego con el guerrero “Viento en el pelo” (Rodney A. Grant). Finalmente, incluso se enamora de la muchacha “En pie con el puño en alto” (Mary McDonnell). Ésta no es india de nacimiento, es americana como él, lo que pasa es que de niña (cuando a penas sabía hablar), su familia fue asesinada por los Pawnees (otra tribu india, rivales de los Sioux). Ella consiguió huir y fue adoptada por “Pájaro guía”. Con el paso del tiempo, el teniente Dunbar, que será apodado como “Bailando con lobos”, se convierte en un respetado miembro de la tribu. La película nos cuenta la historia de un hombre que abandona todo y encuentra el sentido de la existencia en una vida en armonía con la naturaleza.

    Kevin Costner consiguió con esta película revivir brevemente el western en la década de los noventa. Digamos que tras años de ausencia, lo volvió a poner de moda. A finales de los setenta y principios de los ochenta, las películas del Oeste, ya no eran rentables, la gente estaba cansada del tema, pero Kevin fue el primero en contribuir a resucitar el género. Luego vinieron “Sin perdón” (1992), de Clint Eastwood, “Wyatt Earp” (1994), de Lawrence Kasdan, “Rápida y mortal” (1995), de Sam Raimi, e incluso hubo una versión rap del Oeste de Mario Van Peebles, “Posse” (1993).

    Pero ésta no es la típica película del Oeste de John Wayne, en la que vemos como los vaqueros son los buenos y los indios los malos. Es más bien al revés, más realista, como debió de ser: aquí la mayoría de los vaqueros son los malos, en el sentido de que son incultos, guarros, andrajosos, personas que actúan con tan mala fe, que son capaces de matar a un perro-lobo, sólo por el objeto de divertirse. Son gente  que verdaderamente le ha hecho la vida muy difícil a los indios. Claro que hay varios tipos de indios: según este film, son dos, los Pawnees, que son los más crueles y despiadados y los Sioux, que no es que sean totalmente pacíficos, pero no hacen daño a nadie, si nadie lo hace antes con ellos. Los Sioux son cazadores también, sobre todo de búfalos, pero con el objeto de comer para sobrevivir, no para apostar, ni mofarse como los soldados, éstos no son defensores de una civilización, sino unos patanes violentos e ignorantes.

    Tierra, viento, fuego y espacios abiertos: estos elementos, junto a las nubes, el sol y los cambios de luz, tienen un papel fundamental en la película y cambian drásticamente a medida que se desarrolla la historia. Por ejemplo, las nubes negras presagian el inminente ataque de los Pawnees, una guerra entre indios, que en principio no le concierne al teniente Dunbar, pero éste insiste en ayudarles con su presencia y sus rifles. La película se filmó cronológicamente para aprovechar las condiciones climatológicas de las distintas estaciones.

    La película está plagada de escenas altamente emotivas como cuando “Bailando con lobos” recupera su querido diario (en el que ha escrito todo lo que le ha ido pasando) de manos de un indio adolescente, o cuando nuestro protagonista intercambia presentes con el jefe de la tribu al despedirse, o el primer contacto entre ellos dos, o la caza de búfalos, o el romance entre “Bailando con lobos” y “En pie con el puño en alto”. Como ya he mencionado antes, normalmente en los westerns, los indios suelen raptar y tener cautivas a las mujeres. Aquí los Sioux adoptan a la joven, quien en absoluto ve su situación como “un destino peor que la muerte”. De hecho, al principio, incluso se asusta cuando Dunbar intenta que vuelva al mundo de los blancos. Pero la apariencia es algo superficial, Dunbar y los Sioux descubren muy pronto que tienen mucho más en común de lo que se ve a primera vista. Una película parecida a ésta, podría ser “Un hombre llamado caballo” (1970), que dio una imagen parecida de la cultura india, con Richard Harris en el papel de hombre blanco que, al igual que Dunbar, es acogido en una tribu de indios americanos. Pero no es ni de lejos tan buena como ésta.

    Insisto, el éxito de la película, radica en la forma en que son presentadas las cosas, los personajes, las extraordinarias tomas de paisajes, las emocionantes batallas y escenas de caza, así como el original tratamiento de los elementos clásicos del western. Muchos críticos alabaron sobre todo su ejemplar autenticidad en la ausencia de rostros famosos, a excepción del protagonista, que por entonces estaba en pleno apogeo. Y el gran acierto es que un tercio del film tiene subtítulos porque los actores indios hablan su propia lengua, el Lakota. Lejos de ser unos salvajes, dan una imagen muy diferente de los pieles rojas del cine tradicional, que aquí se comportan de una forma bastante más civilizada que los soldados blancos. Luego no están retratados como agresores, sino como víctimas; no son caricaturizados, sino tratados como seres humanos que viven en paz con la naturaleza. Todo esto, mezclado con la frescura de planos de Costner, y la hermosa y cautivadora música de John Barry, dio lugar a una obra maestra. Años más tarde, el director sacó una versión más larga con todas las escenas eliminadas del estreno. 224 minutos de metraje. Está claro que Costner invirtió mucho tiempo en este proyecto, y sin ninguna duda, mereció la pena.




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