domingo, 26 de septiembre de 2010

88.-JACKIE BROWN

DIRIGIDA POR: Quentin Tarantino
INTÉRPRETES: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Michael Keaton, Bridget Fonda, Robert Forster, Chris Taylor
AÑO: 1997/DURACIÓN: 153’/GÉNERO: Intriga, cine negro

                            

    -“Puede que mi culo esté tonto, pero no soy tonto del culo.”

    Notable e incomprendida película, que no la valoraron en su día lo que la tenían que valorar Tarantino hace homenaje al cine de negros, el “blackxplotation” de la década de los 70 y resucita a uno de los iconos del género de dicha década, Pam Grier. La hace desfilar por grandes pasillos, para que Ordell (Samuel L. Jackson) diga de ella que está “maciza” y ya de paso ejercer un enorme poder de seducción sobre Max Cherry (Robert Forster, otro actor rescatado por Quentin).

    Jackie Brown (Pam Grier) es una azafata de color que trabaja en una línea aérea casi doméstica y que se gana un dinero extra trasladando a México los beneficios del traficante de armas a pequeña escala Ordell Robbie, también negro. Un amigo de Ordell, expresidiario, Louis Gara (Robert De Niro), una de las amantes de aquél, Melanie (Bridget Fonda), y el dueño de una oficina de fianzas, Max Cherry (Robert Forster), blancos los tres, casi completan el elenco. Jackie Brown es cazada por la policía con dinero y coca y, después de retenerla, la obligan a actuar contra Ordell, que les interesa algo más. Así que Jackie elabora un inmodesto plan a tres bandas con el que logra burlar a todos. Ella se queda con 500.000 dólares y Max, que le ayuda por admiración, sólo con 10.000. No es lista ni nada….Ella le propone ir a España. Se besan. “-¿Me tienes miedo?”, pregunta ella. “-Un poco”, responde él aproximando los dedos índice y pulgar. Y así termina el film, con un primer plano al rostro de la protagonista mientras conduce hacia el aeropuerto de Los Ángeles, con la gran música de Los Delfonics de fondo.

    Aquí todos los personajes son de baja condición y casi todos siguen siendo marginados, no hay personajes tontos (“-puede que mi culo esté tonto, pero no soy tonto del culo”), tienen un modo de vida propio al margen de la sociedad, aunque en menor grado, y mueren casi todos. Ya no están los forajidos brillantes, con su ética tan diáfana y asumida de “Reservoir dogs” y “Pulp Fiction”, sino tipos del submundo de la delincuencia que luchan por sobrevivir sin la ayuda del grupo. Y pierden, sin esplendor ni lucimiento. Mueren Baumont (Chris Taylor), Melanie, Louis y el propio Ordell. Pero tampoco triunfa la policía, ya que el policía Ray Nicolet (Michael Keaton) no es un prodigio de talento. La única que consigue sus objetivos y realmente se sale con la suya, es Jackie, y eso es una novedad en Tarantino, eso sí, sin alegría.

    Tarantino también nos ofrece complicaciones en la estructura, no tan marcadas como en “Pulp Fiction”, aunque en este caso obedecen a la multiplicidad de puntos de vista. Es una película diferente de sus predecesoras, porque está contada con otro ritmo, más pausado, más sosegado. En este film todo es negro: la música, los personajes y la trama. La marginación y la muerte son todavía más negras. Pero la música no pasa inadvertida, es genial como todas las de Tarantino. Los Delfonics son un grupo negro por el que Tarantino siente devoción, como por la heroína negra de los setenta, Pam Grier, que tuvo serios problemas con las drogas y…digamos que trabajó muy poco en los últimos años, hasta que Quentin la rescató, como hizo con John Travolta en su día. Aunque de todos los personajes, el más cachondo es Samuel L. Jackson. Está en su salsa, le encantan este tipo de papeles. “-¿Qué te ha pasado tío…? Antes eras guay…” le dice a su compinche Louis (que está algo sonado) después de haberle disparado. Mi escena favorita es cuando Louis y Melanie, se pierden en el parking del centro comercial porque él no se acuerda de dónde ha aparcado el coche. Entonces ella se burla de él y tras ser advertida, Louis pierde los estribos y le pega un tiro. “-Me la he cargado tío, no se podía hablar con ella” a lo que Ordell responde: “-¿Has matado a Melanie? Joder tío, te dije que si se ponía pesada le metieras un par de hostias, no que te la cargases.”

    Pero el mayor mérito de la película es la clase con que está realizada la escena del intercambio de bolsas en un probador de señoras en Billingsley, quid del engaño urdido por Jackie. La escena se repite hasta tres veces, cada una desde un punto de vista diferente: el de Jackie, el de Louis y Melanie y el de Max Cherry. No se puede hacer con más eficacia.

    Evidentemente, todos quieren el botín de medio millón de dólares, pero no se sabe hasta el final quien juega con quien. Se puede decir que es un “todos contra todos”, porque aquí no hay amigos ni alianzas. No existe la amistad cuando hay tanto dinero de por medio. Incluso el mismo Max prefiere quedarse con su pequeña parte antes que irse con Jackie a España, porque después de todo, todavía no se fía de ella. Hace bien. A veces hay que conformarse con lo que se tiene, porque la codicia te puede jugar una mala pasada. (Esto les pasa a todos en el casino).

                











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