viernes, 24 de septiembre de 2010

33.-NAVAJEROS

DIRIGIDA POR: Eloy de la Iglesia
INTÉRPRETES: Jose Luis Manzano, José Sacristán, Jose Manuel Cervino, Enrique San Francisco, Jose Luis Fernández “El Pirri”
AÑO: 1980/DURACIÓN: 90’/GÉNERO: Cine quinqui

                           


    -“Ja, ja, ja, ja… ¿a ti nunca te han puesto una varita verdad? Je, je, je, ¡ya verás cómo te van a poner cuando vayas al maco!”

    Está claro que al que le guste el cine quinqui, ésta se lleva todas las papeletas. En mi opinión es la más auténtica, la más realista, rodada en las barracas del Madrid de finales de los setenta y principios de los ochenta, cuando la delincuencia juvenil jugaba un papel muy importante en aquella época. De ahí que se hiciesen películas tales como las dos partes de “Perros callejeros” (1976 y 1979) de Jose Antonio de la Loma, “Deprisa, deprisa” (1980), de Carlos Saura, los dos partes de “El Pico” (1983 y 1984), “Colegas” (1982)… éstas tres últimas, del mismo director, Eloy de la Iglesia.

    Un género poblado de jóvenes del extrarradio, más chulos que un ocho. Todo este elenco de actores que aparecían en dichos filmes, eran delincuentes en la vida real. “El Vaquilla”, “el Torete”, “el Trompetilla”, “el Mandarina”, “el Pirri”…acabaron mal sí, en la cárcel o muertos, el último fue Juan José Moreno Cuenca, conocido como “el Vaquilla”, el 19 de diciembre del 2003, en el hospital de la cárcel de Cuatro Camins (Barcelona). Jose Luis Manzano, murió en un descampado, de una sobredosis de heroína, en 1991, en el mismo lugar donde falleció su mejor e inseparable amigo Jose Luis Fernández, alias “el Pirri” cuatro años antes. Su última peli fue “La estanquera de Vallecas” (1987). Eran unos años locos, en los que algunos ciudadanos no se habían leído a fondo la Constitución, y no tenían muy claro lo que era la democracia. Había tanta delincuencia, que la gente tenía “miedo a salir de noche”, título anterior a “Navajeros” en la filmografía de Eloy, protagonizada por el siempre estupendo José Sacristán. Aunque en esta mete mucha más política y menos acción. Por entonces, estaban muy de moda las rumbas, los cordones y anillos de oro, los cuellos anchos de las camisas, los pantalones campana, las patillas y la droga, que desempeñó un papel a tener muy en cuenta, que jugó a más de uno, una mala pasada.

    Icono del cine quinqui. Jose Manuel Gutiérrez Perales, alias “el Jaro”, vive sólo en Madrid, sin familia, ya que su hermano está detenido y su madre se dedica a la prostitución. El Jaro no tiene más compañía que la de los tres miembros de su banda, también quinceañeros: Butano, Pesicolo y Chus. Un día conoce a Mercedes, una prostituta de origen mejicano. Ésta se enamora de él y le ofrece su casa, su ayuda casi maternal, de mujer con experiencia. Jaro lo acepta muy gustoso, pero continúa con sus colegas de la banda. Con ellos atraca, huye de la policía, va a las discotecas…además conoce a Toñi, una adolescente drogadicta, hermana del Chus. Y se enamora de ella. Jaro y sus colegas organizan un “palo” tras otro. Hasta que son detenidos y llevados al reformatorio. Sin gran dificultad, como a veces anteriores, se escapan a los pocos días. En su afán de “montárselo mejor”, Jaro organiza un robo en un chalet. Cuando están en plena faena, llega “la madera” y Chus muere ametrallado. Jaro es herido en los testículos y pierde uno de ellos en una operación quirúrgica. Cuando están en el hospital, son detenidos. Esta vez no van al reformatorio, sino a una cárcel especial para menores altamente peligrosos, en Zamora. Cuando Jaro se vuelve a fugar, se encuentra con que “la Toñi” espera un hijo suyo, cosa que a él tampoco le importa porque “le jode” que crean que le han “capao”, así que quiere ser padre. Pero no logra entenderse muy bien con ella, ya que, en cierta forma, pasa de él, pues “lo único que le va es meterse mandanga”. Así que reorganiza su banda y continúa delinquiendo, ya que piensa que sólo ha nacido para eso. Y es aquí donde paro y no cuento más, porque acabaría desvelando el final.

    Eran unos años de desfase y desparrame, en los que el rock español estaba en plena ebullición. Se daban a conocer un montón de artistas y grupos de rock tales como “Burning”, que contribuye positivamente en la banda sonora de esta película. Se dice que el director del largometraje, se recorrió toda la periferia de la capital haciendo castings y fue en Vallecas (barrio obrero de Madrid), donde encontró a dos chavalines, J. L. Manzano (“El Jaro”) y J. L. Fernández (“El Pirri”) quiénes querían venderle a éste artículos robados. Pero había algo en ellos que le llamaron la atención, les hizo una prueba y les contrató. Y aquí es donde comienza una gran amistad en este trío masculino, sobre todo por parte de Eloy y Jose Luis. Éste último le quería casi como a un padre, y viceversa. De hecho Eloy le acogió en su casa durante algunos años. Era la famosa movida madrileña.

    Mención especial cabe decir la jerga que utilizan los chavales en esta película, pues no es muy diferente al lenguaje “cheli” de hoy en día.

            

No hay comentarios:

Publicar un comentario