sábado, 25 de septiembre de 2010

58.-CINEMA PARADISO

DIRIGIDA POR: Giusseppe Tornatore
INTÉRPRETES: Phillipe Noiret, Salvatore Cascio, Antonella Attiu
AÑO: 1989/DURACIÓN: 124’/GÉNERO: Drama


                          


    “-No, Totó…esto no lo dice ni Humphrey Bogart, ni Clarke Gable, ni James Cagney…esto lo digo yo: La vida no es como en el cine, es mucho más difícil que en la películas”

    Preciosa película italiana, en la que nos describe la profunda amistad entre un proyeccionista y un niño adorable, Totó, al que también le encanta el cine y mediante van pasando los años, el niño será el siguiente operador de cabina, gracias a todo lo que ha ido aprendiendo de su amigo y mentor, Alfredo.

    Finales de los años 40, estamos en la posguerra, en un pueblecito italiano donde sólo hay un cine, y es de los pocos sitios donde la gente puede evadirse de sus traumas. Hay mucha afición al cine, la mayoría de los habitantes del pequeño pueblo, se congregan allí diariamente, en el “cinema paradiso”, y en verano, al aire libre. Y el que se encarga de  exhibir las películas, es Alfredo (gran Phillipe Noiret), el único proyeccionista del lugar. Este tipo cincuentón, se pasa el día solo, trabajando en la cabina, pero recibe a diario las visitas de su joven amigo Totó (Salvatore Cascio) al que le riñe a veces, por no ir a la escuela y venir a verle. Es algo gruñón con él, pero en el fondo, le quiere como a un hijo. Y el niño, le adora, le tiene en un pedestal. Vive en una humilde casa, con su madre, porque su padre se fue a la guerra pero aún no ha vuelto, lo debieron matar, pero su madre vive con esperanzas de que algún día vuelva. Su madre, es una pobre mujer triste y desgraciada, que no le hace ninguna gracia que su único hijo, ande todo el día con Alfredo y lo tenga tan idolatrado, por la sencilla razón de que quiere que se centre en los estudios y salga a jugar lo justo, con los demás niños de su edad en vez de pasarse las tardes en el cine y encima gastarse el dinero del pan en la entrada de la película. Su madre es dura con él, le regaña y le da tortazos constantemente, pero es una buena mujer, lo que pasa es que está pasando por momentos muy difíciles, tanto anímica como económicamente. Por otra parte, Alfredo le dice a Totó que no quiere que pierda el tiempo con él en la cabina, ya que el trabajo de operador de cabina a veces puede resultar muy rutinario y aburrido, (doy fe de ello); pero Totó no obedece y es persuasivo como nadie. En uno de los exámenes que tiene el niño, se presentan por sorpresa cuatro hombres para examinarse en el mismo aula que la clase de Totó. Uno de esos hombres que quiere obtener el graduado, es Alfredo, y como el pobre no tiene ni idea, su amigo se lo chiva a cambio de que le enseñe de una vez por todas el trabajo del operador de cabina. Así que hacen un “quit pro quo” y todos contentos. Éste será realmente el principio de una gran amistad. Va pasando el tiempo y una noche, Alfredo sufre un accidente en la cabina, se incendia, y éste queda ciego de por vida. Pero podría haber sido mucho peor, pues será su querido amigo Totó, quien lo salve. Todo el pueblo queda terriblemente apenado porque se ha quemado el cine. Pero uno de sus habitantes, será el encargado de remodelarlo y ser el propietario, pues es un pueblo humilde sí, pero lo de este señor es una excepción, ya que le tocó la lotería meses atrás. Como Alfredo está ingresado en el hospital, y nadie en el pueblo tiene idea alguna de cabina, será Totó (más feliz que una perdiz) el nuevo proyeccionista. Ahora todo el pueblo depende de él para ver las películas.

    Va pasando el tiempo, y dan el alta a Alfredo, quien va a visitar a su pupilo todos los días. Ahora se podría decir que han cambiado las tornas. Alfredo está ciego e incapacitado para trabajar, pero es feliz por estar vivo y aún así, sabe cuando hay algún problema en la cabina.

    Van pasando los años, y vemos ya a un Totó adolescente, casi un hombre, que se enamora de una joven de su edad, su amigo Alfredo le da sabios consejos para conquistarla y lo consigue. Posteriormente se va a la mili y al regresar a su pueblo, está prácticamente deshabitado, como si le hubiesen quitado la vida. Ya ni siquiera hay cine, se fue a pique mientras Totó estaba en el ejército. Su eterno amigo, Alfredo, que siempre le está diciendo consejos y refranes de las estrellas de la gran pantalla de entonces, como Humphrey Bogart, Cary Grant, James Stewart…etc…le dirá uno que no lo dice ninguno de ellos.

    Pero todo esto, no son más que los recuerdos de un Totó cincuentón en la actualidad (o sea en 1989), que ha triunfado en la gran ciudad de su país, Roma. Es director de cine, y deberá volver a su pueblo natal, para asistir al funeral de un ser querido, muy querido: Alfredo, quien le guardará un maravilloso regalo para cuando vaya, entregado por su mujer. Y para saber qué es lo que le dejó el difunto Alfredo a su fiel amigo…deberán ver la película.

    Hermoso film, ganador de un Oscar a la mejor película de habla no inglesa, que con la siempre genial partitura de Ennio Morricone, se convierte en una película inolvidable e imprescindible de tenerla en casa. Tiene momentos trágicos, pero también cómicos. Llega a recordar a “Amarcord” (1973) de Federico Fellini. Giusseppe Tornatore, hace de ella, una obra inmensamente tierna y entrañable; ésta es una de mis diez películas preferidas, lo tiene todo, es perfecta.





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