viernes, 24 de septiembre de 2010

41.-ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA (ONCE UPON A TIME IN AMERICA)

DIRIGIDA POR: Sergio Leone
INTÉRPRETES: Robert De Niro, James Woods, Elizabeth McGovern, Danny Aiello, Joe Pesci, Burt Young, Treat Williams, James Russo, Jennifer Connelly
AÑO: 1984/DURACIÓN: 224’/GÉNERO: Cine de gángsteres, drama

                            


    1968. David Nathan Aaronson, apodado como “Noodles” (Robert De Niro), regresa al Lower East Side neoyorkino tras años de ausencia, treinta y cinco concretamente. Allí evoca su juventud en los años veinte (1922) y en los años treinta (1933) con su pandilla de amigos, Max (James Woods), Patsy y Cock Eye. También recuerda su primer gran amor, la bella adolescente Deborah (Jennifer Connelly) y la más tarde joven Deborah (Elizabeth McGovern).

    Excelente película de Sergio Leone, conocido por la famosa trilogía del spaghetti western,”Por un puñado de dólares” (1964),”La muerte tenía un precio” (1965) y “El bueno, el feo y el malo” (1966), todas ellas protagonizadas por el tipo más duro de toda la historia del cine, Clint Eastwood. Acostumbrado a hacer grandes westerns como “Hasta que llegó su hora”(1968), cambió de registro y después de doce años sin dirigir, hizo su último largometraje:”Érase una vez en América”.

    Vibrante película, que con un montaje lleno de flash-backs, se divide en tres actos: 1922,1933 y 1968. Mi capítulo preferido es cuando comienza la historia, en la década de los años veinte, con el seguimiento a cuatro muchachos judíos, Noodles, Max, Cock Eye y Patsy, en un barrio pobre de Nueva York, en el que ganarse la vida no era nada fácil, y más para unos adolescentes cuyas aspiraciones son ganar dinero fácil sin tener que rendir cuentas a ningún capo mafioso. En este tramo del film, podemos observar los juegos de niños despreocupados, pequeñas alianzas y el comienzo de una gran amistad entre Noodles y Max, que sirve de armazón a toda la estructura narrativa del largometraje.

    La historia da un giro de 180º, cuando el joven Noodles es encarcelado por el asesinato del jefe de una pandilla rival y posterior agresión con navaja a un policía. Tras once largos años de condena, al quedar en libertad, comprueba que a sus amigos no les ha ido nada mal en su ausencia, pues se han enriquecido, en la época de la Prohibición (1933). Y ahora jóvenes mafiosos que trabajan para “peces gordos” del negocio, aunque no les gusta tener jefes, eso ya lo veréis ya…”cosa de niños”. Atracan un banco, chantajean al político Jimmy O´Donnell (Treat Williams), secuestran al hijo del sargento de la policía de Nueva York, interpretado por Danny Aiello. En esta secuencia, Leone hace un guiño a “La naranja mecánica” de Kubrick, cuando los cuatro gángsters raptan al bebé vestidos con batas blancas, sombreros negros y unos pañuelos en la cara y la música de Beethoven de fondo. Un nuevo viraje, y nos encontramos a un casi anciano Noodles a finales de los años sesenta de regreso a Nueva York por donde deambula entre los vestigios de un pasado que le obsesiona.

    Leone entrelaza tres épocas, (1922,1933 y 1968) pasando sin cesar de una a la otra, pero conserva el sentimiento de un tiempo difuso e incierto. Para Sergio, “América ha sido el primer amor de los italianos de los años treinta. Jamás se olvida el primer amor por mucho que luego cambie el punto de vista. Hollywood fue ese primer amor, en particular las epopeyas del lejano Oeste.” Por eso da tanta importancia y resalta deliberadamente la figura de Deborah, porque es el primer amor de Noodles. La escena en la que éste la corteja, llevándola a un restaurante de lujo sólo para ellos dos con la orquesta de fondo tocando la canción favorita de ella, “Amapola”, es preciosa. Pero para buena escena, la de la paliza que reciben Max y Noodles a manos de la banda de Bugsy en un callejón sin salida. Bugsy es el jefe de la banda rival, y al ver que Max y los otros hacen las cosas por su cuenta,”les aprieta las tuercas” diciéndoles:-“¡Éste es mi barrio, o trabajáis para mí o no trabajáis para nadie!” Pero luego ya se encargará Noodles de mandarle “al otro barrio” tras haber matado a uno de sus amigos, el más pequeño de todos, Dominic, un niño prácticamente.

    La recreación de los años veinte de “Érase una vez…”, recuerda mucho a la de “El Padrino II”, está muy logrado ese ambiente, el humo que sale de las alcantarillas, las carrozas, las aceras, las azoteas, el muelle, el vestuario…es increíble. Si a esto le sumas el gran plantel de actores que tiene la película, lo bien dirigidos que están, la maravillosa fotografía del equipo técnico italiano y por supuesto la inolvidable música del siempre magnífico Ennio Morricone, te sale como resultado, una obra maestra. Sólo para cinéfilos. Es larguísima sí, pero merece la pena verla ya que en Norteamérica por ejemplo, hubo una versión abreviada del film, (135’ en vez de 224’) y fue un fiasco. Aquí en Europa, un éxito.







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