sábado, 25 de septiembre de 2010

55.-BATMAN

DIRIGIDA POR: Tim Burton
INTÉRPRETES: Michael Keaton, Jack Nicholson, Kim Basinger, Jack Palance, Robert Wuhl
AÑO: 1989/DURACIÓN: 126’/GÉNERO: Adaptación de cómic, fantasía

                                 


    -“¿Has bailado alguna vez con el demonio a la luz de la luna?”

    A pesar de que Burton aporta profundidad, oscuridad e incluso un toque de romance (en forma de Basinger) a su cruzado enmascarado, el villano, Joker, interpretado por un Jack Nicholson a sus anchas, prácticamente le roba la película al héroe. Resplandeciente con su traje color púrpura y maquillado como un payaso, bailando las canciones de Prince que forman parte de la genial banda sonora, sin duda se trata del malo más estupendo que ha dado la gran pantalla en mucho tiempo.

    Oscuro, inquietante y poético, el “Batman” de Tim Burton es un espléndido cómic vivo. Desde los planos iniciales, en los que la cámara desciende a las calles sombrías y abarrotadas de Gotham City, su fuerza gravitatoria envuelve al espectador.

    En realidad “Batman” narra la historia de un duelo entre dos personajes casi esquizofrénicos. Por un lado está Batman (Michael Keaton), el superhéroe cuya capa oscura, ojos brillantes y mandíbula firme impactan mucho. Pero detrás del disfraz de batalla, se oculta Bruce Wayne, un hombre siniestro y neurótico que de niño presenció el asesinato de sus padres en un callejón oscuro. Ahora es un empresario multimillonario que necesita la ayuda de su mayordomo y amigo Alfred, para tomar las decisiones importantes. Por las noches, se pone una capa, una máscara y unas botas de caña alta, se transforma en Batman y arregla los desaguisados de la inhóspita y gótica Gotham City. Pero fuera de este disfraz, de esta personalidad, no es más que un melancólico adinerado que se cohíbe y tartamudea como un niño al intentar contarle a Vicky Vale (Kim Basinger) la existencia de su doble vida. Evidentemente, en su vida privada, el superhéroe queda reducido a dimensiones mortales. Duda de su heroísmo y ya hace mucho tiempo que ha abandonado la esperanza de conseguir que se haga justicia. Continúa haciendo su trabajo, porque no hay nadie más que lo haga y, lógicamente, porque no ha superado la muerte de sus padres. La lucha contra el crimen organizado se convierte en una neurosis obsesiva. ¿Pero se trata de un superhéroe o de un enloquecido vigía? La periodista fotográfica Vicky y el reportero Alex Knox (Robert Wuhl) son sólo dos de las muchas personas interesadas en descubrir la identidad secreta de Batman y sacar a la luz la verdad.

    Y por otro lado, en el otro bando, está el malvado Joker. Un día, el cruel asesino Jack Napier se cayó en un tanque de ácido y salió convertido en un maníaco de cabellos verdes con una espantosa sonrisa permanente y un rostro de payaso. Desde entonces, Joker ya no considera el delito un medio para conseguir beneficios: “-Haré arte hasta que alguien muera”, le dice a Vicky, y se considera “el primer artista del homicidio en activo del mundo”. Por eso inventa un cosmético mortífero, que dibuja en quienes lo usan la misma sonrisa horripilante que los desfigura y lleva a sus matones a un museo, donde “embellece” las obras de alta cultura con grafitos al ritmo de una gran canción de Prince, “Partyman”. Y por si fuera poco, lanza un millón de dólares en medio de un desfile festivo para acabar liberando a los avariciosos asistentes al evento de su “lamentable existencia” con gas venenoso.

    Las escenas de acción se exageran de tal forma que es fácil imaginar los bocadillos con las onomatopeyas del cómic, y cuando Batman recorre a toda velocidad el cielo nocturno en su Batavión, no es difícil advertir que su arma especial no es más que un juguete infantil. Aunque no hay nada como el Batmóvil para llegar puntual a todos sitios y sacarte de un buen embotellamiento.

    Pero si nos paramos a pensar, por mucho que se trate de una visión futurista de la humanidad, el mundo de Batman no deja de ser claramente el nuestro, con un arte, un dinero y un crimen iguales, los mismos policías corruptos y políticos insulsos, y el clásico vengador. La política se abre con un plano general del horizonte de Gotham City al anochecer, que evoca tanto la imagen de una metrópoli iluminada por el neón como la de una ciudad medieval cuyo núcleo de casas en apariencia de juguete, se agolpan en torno al campanario de una iglesia. Por cierto el gran parecido entre “Gotham” y “gótico” no es ninguna coincidencia. El duelo final entre Batman y Joker se celebra entre grotescas y diabólicas estatuas de granito en la torre de la catedral, que alberga una escalera de caracol de madera. En cuestión de estilo neogótico, recuerda mucho a “Metrópolis” (1926) de Fritz Lang. Los decorados están perfectamente ambientados. Por ejemplo, la sala de prensa de Vicky, el tiempo parece haberse detenido en los años treinta.

    Gotham es una jungla urbana, cuyos habitantes apenas se orientan más allá de las calles principales iluminadas, incluso con un plano (los padres de Bruce). Sólo Batman/Bruce Wayne reside en una mansión de las afueras de la ciudad.

    Ganadora de un Oscar a la mejor dirección artística, esta historia de fantasía no decae en ningún momento. Insisto, jamás he visto un villano tan enigmático y estupendo como Jack Nicholson. Ni que decir tiene que “se come con patatas” al pobre Michael Keaton que no es que lo haga mal ni mucho menos, pero cuando te ponen en frente al todopoderoso Jack (y encima está inspirado), no hay nada que hacer. Y Kim Basinger…bueno era una sex symbol de la década de los ochenta, en un principio iban a darle el papel a Sean Young, pero se rompió el brazo en los ensayos con Keaton y la bella Kim, fue la encargada de sustituirla. ¿Mi plano favorito? Todos en los que sale Jack Nicholson, aún haciendo del gángster Jack Napier, está impresionante. La verdad, me identifico más con Joker, que siempre está de cachondeo, que con el hombre-murciélago, que es un tipo melancólico, frío y aburrido. De hecho todos los actores dicen que siempre prefieren hacer de malos, porque son personajes mucho más divertidos e interesantes de interpretar. Bien pues no me imagino entonces lo divertido que puede llegar a ser interpretar a un villano divertido, valga la redundancia. Eso lo debía de saber bien el difunto actor australiano Heath Ledger al dar vida a Joker en “El caballero oscuro” (2008), que se llevó un Oscar “póstumo” al mejor actor secundario. Falleció nada más terminar el rodaje. Sólo tenía 28 años.

           

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