sábado, 25 de septiembre de 2010

76.-ATRAPADO POR SU PASADO (CARLITO´S WAY)

DIRIGIDA POR: Brian De Palma
INTÉRPRETES: Al Pacino, Sean Penn, Penelope Ann Miller, John Leguizano, Luis Guzmán, Viggo Mortensen
AÑO: 1993/DURACIÓN: 138’/GÉNERO: Cine de gángsteres, cine negro

                               


    -“Lo siento chicos: ni todos los puntos del mundo podrían volverme a coser. Acuéstate, acuéstate….Me tendrán en la funeraria Fernández de la calle 109. Siempre supe que acabaría allí, pero mucho más tarde de lo que pensaba mucha gente. El último borriqueño… bueno, tal vez no el último. Gail será una buena madre. Un nuevo y mejorado Carlito Brigante. Espero que use el dinero para largarse. No hay sitio en esta ciudad para corazones tan grandes como el suyo. Lo siento nena, lo intenté lo mejor que sabía…en serio…pero no puedes acompañarme en este viaje. Empiezan a entrarme los temblores. Pidan la última copa. El bar va a cerrar, ha salido el sol, ¿dónde vamos a desayunar? Ha sido una noche dura…estoy cansado nena…cansado….”
   
    Así empieza y acaba esta película, con esas imágenes en blanco y negro de Al Pacino (Carlito Brigante) tendido en una camilla, tras haber sido disparado; todo esto es un homenaje a “Perdición” (1944), de Billy Wilder.

    La grandeza de esta película, como otras de De Palma, es la historia de amor, que es de una enorme belleza, delicadeza, sensibilidad y con un erotismo muy elegante, como la escena de la cadena de la puerta, que recuerda un poco a Jack Nicholson en “El resplandor” (1980), de Stanley Kubrick. La presentación sin ir más lejos de ella saliendo por la salida de artistas de la academia de baile y él detrás observándola en esa calle, (tan bien ambientada en los años 70), con los coches pasando, la música, la lluvia, el vestuario de ambos…y el abrazo que se dan los dos tras tomar café, vemos sus caras y son todo un poema de…amor.

    Richard Silver, (que es el mismo director artístico de “Blade Runner”), hace un trabajo maravilloso, la ciudad, los billares rojos, la iluminación, la fotografía sórdida en la cual los colores son absolutamente fundamentales, el personaje de Pacino, siempre vestido de negro, con esa barba negra, da una profundidad trágica y efectivamente, el espectador sabe desde el principio, que no tendrá un final feliz. Él está “atrapado por su pasado” como bien indica el título de la película, que es un título infame, porque destripa el largometraje. Es un film, como los grandes filmes, que hay que ver más de una vez, porque la primera vez, te quedas con la mitad de las cosas. Uno de los primeros traidores es Dalim (Viggo Mortensen), que en cierto modo, es el único que quizás esté justificado por sus actos, porque es forzado por el FBI. Es una película en la mejor tradición del cine negro, incluso hay una de la frases de Pacino (con su acertada voz en off), que dice: “-….Y aquí estoy, jugando a ser Bogart…” El tercio final de la historia, desde que Charlie va a ver a su “supuesto” amigo al hospital, y ve al gángster disfrazado de policía (“-Algo me dice que esa cara no cuadra con el uniforme…”) Todo eso es un suspense perfectamente elaborado, y aquí es donde realmente queda patente el homenaje al maestro, que es Hitchcock. Pero no sólo le hace homenaje a Alfred sino también a Howard Hawks, aunque a éste se lo hace más diez años antes en la desaforada “El precio del poder” (“Scarface”).

    Es cine negro, porque aquí el protagonista nunca escapa de su pasado, de hecho él mismo le dice a su chica en la escena de la cafetería: “-Uno no se reforma, sólo pierde fuerzas.”

    Aquí nos muestra claramente el mal entendimiento de la amistad (muy gangsteril, típica de la mafia) que tiene Charlie con su abogado y supuestamente su amigo, (Sean Penn), unos códigos inviolables para nuestro protagonista. Es como el patriotismo en realidad, ser fiel a un amigo es como ser fiel a la patria. ¿Conmigo o contra mí? El matiz de la amistad es muy distinto, si nos ponemos moralistas o en el estricto sentido de lo que es la amistad, tienes que tratar de evitar que el canalla del cocainómano abogado, no vaya a rescatar a un pez gordo (que se acaba de fugar de la cárcel), para liquidarle ¿no?, esa es la amistad bien entendida, pero en el mundo del hampa no es así, luego aquí queda muy claro lo que es la traición, porque todos, uno por uno, le van traicionando a lo largo de toda la historia, hasta Pachanga (Luis Guzmán), su brazo derecho, excepto el ángel, su maravillosa chica, Gail.

    Pocas veces ha sido tan romántico De Palma como con esta película. Lo digo por la escena en la que Charlie (Al Pacino) observa a su amor bajo la intensa lluvia desde una azotea, cómo baila ballet o la escena en la que ambos, Charlie y Gail (Penelope Ann Miller), están hablando en la cafetería también es muy romántica.

    Al Pacino está asombroso, está genial sobre todo en la escena en la que va a verla por sorpresa y él creyendo que estaba en Broadway trabajando en una obra, la ve allí bailando semidesnuda en la tarima con esos babosos piropeándola…el desconcierto de Charlie, es lógico y muestra una humanidad increíble. Ahí se crea una tensión extraña, pero él aguanta eso muy bien. Es un tipo tranquilo y sosegado porque cualquier otro la emprendería a porrazos con los babosos. Pero lo mejor de todo es la elegancia que tiene para moverse. Y ya lo dijo De Palma en su día: “-Nunca he visto a nadie moverse con tanta elegancia en el plató  como Al Pacino.” El único acto de maldad que Carlirto hace en toda la película es quitarle las balas a la pistola de su abogado, que por cierto, nadie se lo imaginaba, cuando luego se le ve salir del hospital y tira las balas por la alcantarilla. “-Adiós letrado.” No es que lo mate, pero lo deja desarmado ante la que le espera, es decir le elimina la capacidad de defenderse. Charlie es un tipo buenísimo, que nada tiene que ver con el Carlito sanguinario del pasado, porque él ha salido absolutamente regenerado de la cárcel, es honrado, fiel, leal, romántico…en fin, la leyenda de los bajos fondos, que era Carlito Brigante, vuelve después de cinco años…pero uno nota todavía lo que queda de ese tipo en la escena del billar cuando va con su sobrino y se carga a todos tras haberle tendido una trampa; una escena muy efectista, con la canción de Santana, “Oye como va”, y el billar rojo, los ladrillos rojos,la iluminación…y la bola de billar, que no sabes qué va a hacer con ella y cuando se refugia en el baño y al ver que no le quedan balas, hace como que carga la pistola a la vez que les grita: “-¡Ehh! ¿¡Seguís allí!? ¡Voy a salir! ¡Preparaos!...”

    Sean Penn, es uno de mis actores favoritos. A veces tiende a sobreactuar, pero aquí está genial, interpretando a un abogado judío, cocainómano y repugnante, que no puede pensar con claridad y tras la estancia de Charlie en Chirona, se ha enriquecido y se ha convertido en un pez gordo del hampa. Es un tipo cruel, malvado y sin escrúpulos.

    Si se analiza fríamente, la película teien todas las constantes del género del cine negro, pero Brian aporta su virtuosismo visual y el elemento sorpresa, la emoción de no saber qué va a pasar, aunque el espectador ya sabe cómo va a ser el final, pero no sabe los pasos intermedios que va a dar para llegar al desastre. A parte, que es muy bonito, muy original, hacía mucho que no se hacía: alguien que está muriendo pero cuenta cómo ha llegado hasta allí.

    Brian De Palma, no tiene el reconocimiento que se merece por parte de la crítica. Para ellos, no está en 1º División. ¡Caray!, para mí está en puestos de Champions. De Palma se parece mucho a Scorsese, Brian es un poco más versátil, pero no tiene tanta ambición, ni es tan perfeccionista como Scorsese. Muchas de las películas de De Palma, son simplemente encargos, pero son reales, muy verídicos. En esta película De Palma se homenajea incluso a él mismo, porque la escena de las escaleras mecánicas, es un guiño, un recuerdo a la escena de las escaleras de “Los intocables de Eliot Ness” (1987), que es otra magnífica película, de esas que ponen en la tele cada año o cada dos años, y siempre tienen audiencia.

    Esta es una película muy madura, muy personal, con unos planos y unos movimientos de cámara excelentes. La escena final, en la estación de trenes, es impresionante. La película termina mal, pero la última mirada al cartel publicitario de “el paraíso”, imaginándose a su chica bailando entre las palmeras al caer el sol, con la canción de “You are so beautiful” de Billy Preston, es inolvidable.

                




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